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Microcreencias y desinformación: el nuevo reto de la investigación cualitativa

Investigación cualitativa en la era de la desinformación: el desafío de las microcreencias en los grupos de discusión

Introducción

 

Reflexionando sobre los grupos de discusión y las entrevistas en profundidad en los últimos años, he percibido una transformación significativa en la manera en que los participantes construyen y expresan sus opiniones. Cada vez con más frecuencia, emergen en las conversaciones afirmaciones categóricas basadas en información de origen incierto, muchas veces sin verificación alguna. Frente a preguntas abiertas sobre distintos temas, es común escuchar respuestas del tipo “lo vi en internet”“leí que…” o “todo el mundo sabe que…”, sin que haya una referencia clara a una fuente confiable. Lo interesante de este fenómeno no es solo la rapidez con la que estos discursos se consolidan dentro del grupo, sino la facilidad con la que los demás participantes los aceptan y refuerzan, aun cuando no tuvieran previamente conocimiento sobre el tema.

 

Esta aceleración en la propagación de creencias poco fundamentadas no es un hecho aislado, sino un reflejo del ecosistema informativo en el que vivimos. A diferencia de décadas anteriores, en las que el acceso a la información estaba mediado por fuentes periodísticas, académicas o institucionales que, en mayor o menor medida, aplicaban filtros de verificación, hoy las redes sociales han democratizado la generación de contenido, eliminando muchas veces los procesos de comprobación. El resultado es la proliferación de lo que podríamos denominar “microcreencias”: ideas aparentemente verídicas, pero que carecen de sustento empírico, y que, sin embargo, encuentran eco en la opinión pública gracias a su difusión viral y su alineación con sesgos preexistentes.

 

Este fenómeno tiene implicaciones profundas en la investigación cualitativa, especialmente en los grupos de discusión. En estos espacios, diseñados para explorar percepciones y motivaciones, las microcreencias pueden influir en la construcción del discurso colectivo, afectando la validez de los hallazgos. Si bien el sesgo cognitivo y la construcción social del conocimiento siempre han sido factores clave en la interpretación de datos cualitativos, la influencia de la desinformación digital ha generado un nuevo reto: cómo distinguir entre opiniones basadas en experiencias reales y afirmaciones construidas sobre información errónea o manipulada.

 

Más allá de la dinámica particular de un grupo, es fundamental analizar en qué medida estas microcreencias pueden trascender el espacio de la discusión y convertirse en argumentos generalizados dentro de la sociedad. Lo que comienza como una idea marginal expresada por un solo participante puede, con el tiempo y la repetición, consolidarse en una narrativa ampliamente aceptada. Esto supone un desafío no solo para la investigación cualitativa, sino también para la comprensión de cómo las personas construyen su pensamiento en la actualidad.

 

Este artículo busca reflexionar sobre cómo las microcreencias están transformando la dinámica de los grupos de discusión y qué estrategias deben adoptar los investigadores cualitativos para garantizar la fiabilidad de sus hallazgos. Para ello, exploraremos qué son estas microcreencias, cómo emergen en los grupos, qué desafíos suponen para la moderación y cómo es posible depurarlas en el análisis, asegurando que las conclusiones extraídas sean rigurosas y accionables para quienes confían en la investigación cualitativa para la toma de decisiones estratégicas.

 

1. Microcreencias y su impacto en la investigación cualitativa

 

En el ámbito de la investigación cualitativa, el análisis de creencias, percepciones y discursos ha sido históricamente una herramienta fundamental para comprender las motivaciones y comportamientos de los individuos. Sin embargo, en los últimos años, la irrupción de las redes sociales y la proliferación de información no verificada han dado lugar a un fenómeno particular: las microcreencias.

 

1.1. ¿Qué son las microcreencias?

 

Las microcreencias pueden definirse como pequeñas construcciones cognitivas que surgen en el imaginario colectivo a partir de información incompleta, sesgada o directamente falsa, pero que son percibidas como ciertas por quienes las adoptan. A diferencia de las grandes narrativas ideológicas o culturales, que requieren largos procesos de socialización y validación institucional, las microcreencias emergen y se difunden rápidamente, en gran medida gracias a la viralidad de las redes sociales.

Uno de los rasgos distintivos de las microcreencias es su capacidad de ser asumidas como verdades sin que el individuo sienta la necesidad de verificarlas. Esto se debe a varios factores:

  • La aparente lógica interna de la creencia, que la hace fácilmente asimilable.
  • Su repetición en distintos espacios digitales, lo que genera una falsa sensación de consenso.
  • La coherencia con sesgos preexistentes en los receptores.

Este último punto es especialmente relevante, ya que las personas tienden a aceptar como verdad aquello que confirma sus ideas previas, un fenómeno ampliamente estudiado en la psicología cognitiva bajo el concepto de sesgo de confirmación (Nickerson, 1998). De esta manera, las microcreencias no necesitan pruebas contundentes para ser aceptadas: basta con que “suene” plausible y se alinee con la visión del mundo de quienes las reciben.

 

1.2. Redes sociales y la aceleración de las microcreencias

Antes del auge de las redes sociales, la circulación de información estaba mediada por fuentes periodísticas y académicas que, aunque no exentas de sesgos, operaban bajo estándares de verificación. Con la democratización de la publicación digital, cualquier usuario puede generar contenido y contribuir a la proliferación de narrativas sin respaldo fáctico.

Estudios recientes han demostrado que las noticias falsas se difunden más rápido que las verdaderas en redes sociales (Vosoughi, Roy y Aral, 2018). Esto se debe a que los contenidos falsos suelen ser más sensacionalistas, emocionales y sorprendentes, lo que incrementa su nivel de compartición. En este contexto, las microcreencias encuentran el terreno perfecto para expandirse y consolidarse, dando lugar a lo que algunos autores han denominado realidades paralelas informativas (Sunstein, 2017).

 

En términos de la investigación cualitativa, esto implica que los grupos de discusión y entrevistas en profundidad ya no solo reflejan creencias basadas en experiencias personales, sino también en construcciones virales de dudosa veracidad. Así, los investigadores se enfrentan a discursos que pueden no representar la realidad objetiva, sino una realidad percibida e influenciada por la dinámica digital.

 

1.3. Ejemplos de microcreencias en la investigación cualitativa

 

Para ilustrar cómo las microcreencias emergen en los estudios cualitativos, consideremos algunos ejemplos reales observados en grupos de discusión:

  • Consumo y alimentación: En estudios sobre hábitos de consumo, algunos participantes han expresado preocupaciones sobre ciertos ingredientes en productos alimenticios, basándose en desinformación difundida en redes sociales (“leí que el glutamato monosódico es un veneno para el cerebro”). Estas afirmaciones, aunque populares en ciertos círculos digitales, carecen de base científica sólida.
  • Tecnología y privacidad: En investigaciones sobre uso de dispositivos móviles, es frecuente encontrar afirmaciones sin evidencia clara, como “los teléfonos siempre nos están escuchando, aunque no lo queramos”, derivadas de teorías conspirativas ampliamente difundidas en plataformas digitales.
  • Salud y bienestar: En estudios cualitativos sobre salud, han surgido discursos basados en desinformación viral, como “las vacunas alteran el ADN”, una idea ampliamente refutada por la comunidad científica, pero persistente en ciertas comunidades en línea.

Estos ejemplos evidencian que las microcreencias no solo afectan la percepción individual, sino que también pueden influir en decisiones de consumo, salud y comportamiento. Para la investigación cualitativa, esto supone un reto crítico: ¿cómo distinguir entre percepciones legítimas y construcciones basadas en desinformación?

 

En la siguiente sección, abordaremos cómo los investigadores pueden afrontar estos desafíos durante la moderación de los grupos de discusión, explorando estrategias para identificar y mitigar la influencia de las microcreencias sin interferir en la dinámica natural de los participantes.

 

2. El reto de la moderación en los grupos de discusión

 

Los grupos de discusión han sido históricamente una herramienta fundamental dentro de la investigación cualitativa, proporcionando un espacio en el que los participantes pueden expresar sus opiniones, creencias y experiencias de manera interactiva. Sin embargo, en el contexto actual, caracterizado por la proliferación de desinformación y la consolidación de microcreencias, la moderación de estos grupos se ha convertido en un ejercicio cada vez más complejo.

 

El investigador ya no solo debe guiar la conversación y fomentar la expresión de distintos puntos de vista, sino también identificar, analizar y, cuando sea necesario, gestionar la influencia de creencias no verificadas que pueden distorsionar los resultados de la investigación. Este desafío se vuelve aún más evidente cuando se compara la dinámica de los grupos de discusión con las entrevistas en profundidad.

 

2.1. La complejidad de los grupos de discusión frente a las entrevistas en profundidad

 

Si bien ambos métodos cualitativos buscan comprender el pensamiento y comportamiento de los participantes, los grupos de discusión presentan características que los hacen especialmente vulnerables a la propagación de microcreencias:

  • Influencia social y conformidad: En un grupo, los participantes no solo expresan sus propias opiniones, sino que también son influenciados por lo que dicen los demás. Una afirmación basada en una microcreencia, si es expresada con suficiente convicción, puede ser aceptada y reforzada por el grupo, independientemente de su veracidad.
  • Liderazgo discursivo: En casi todos los grupos de discusión surgen figuras que dominan la conversación. Estos líderes pueden ser tanto positivos (aportando ideas y estructurando el diálogo) como negativos (imponiendo su punto de vista y desviando el foco del estudio). En el caso de las microcreencias, un participante con gran capacidad de persuasión puede lograr que ideas infundadas sean adoptadas por el resto.
  • Efecto cascada: A medida que un discurso se va repitiendo dentro del grupo, aumenta su sensación de legitimidad. Una afirmación que al inicio parecía aislada puede terminar convirtiéndose en una "verdad grupal" simplemente porque ha sido mencionada varias veces.

En contraste, las entrevistas en profundidad permiten un mayor control del discurso, ya que el investigador puede cuestionar, pedir aclaraciones y profundizar sin la presión de la influencia social. Sin embargo, dado que los grupos de discusión siguen siendo una herramienta clave en muchas investigaciones, es fundamental desarrollar estrategias para evitar que las microcreencias distorsionen los hallazgos.

 

2.2. Estrategias para la moderación en la era de las microcreencias

 

Para los investigadores cualitativos, la detección temprana y el manejo adecuado de las microcreencias en los grupos de discusión son esenciales para garantizar la fiabilidad de los datos. Algunas estrategias clave incluyen:

a) Escucha activa y detección de señales discursivas

El moderador debe estar atento a ciertas señales que pueden indicar la presencia de una microcreencia:

  • Uso de expresiones como “lo vi en internet”“dicen que…” o “todo el mundo sabe que…”, sin referencia a fuentes verificables.
  • Argumentaciones simplistas que apelan a emociones en lugar de datos.
  • Repetición de narrativas que coinciden con desinformación ampliamente difundida en redes sociales.
b) Desafío sutil sin confrontación

Cuando una microcreencia aparece en el grupo, el moderador debe evitar la confrontación directa, ya que esto puede generar resistencia y polarización. En su lugar, puede utilizar estrategias como:

  • Preguntas reflexivas“¿Alguien más ha escuchado información diferente sobre esto?”
  • Petición de fuentes“¿Recuerdas dónde viste esa información?”
  • Presentación de contraejemplos“Interesante punto, en otros estudios hemos encontrado perspectivas distintas. ¿Por qué creen que hay diferentes visiones sobre este tema?”
c) Equilibrio en la participación y manejo de liderazgos negativos

Para evitar que un solo participante imponga su visión al grupo, el moderador debe:

  • Redistribuir la palabra activamente, invitando a participar a quienes han permanecido en silencio.
  • Parafrasear y reformular las ideas expresadas para matizar afirmaciones extremas.
  • Introducir información objetiva de manera sutil para contrarrestar discursos basados en desinformación.
d) Observación de la evolución del discurso en tiempo real

Las microcreencias no siempre emergen de inmediato; en algunos casos, se van consolidando a lo largo de la discusión. El moderador debe prestar atención a cómo una idea inicial va ganando tracción dentro del grupo, evaluando si es un pensamiento espontáneo o si está siendo reforzado por dinámicas de conformidad social.

e) Registro detallado para análisis posterior

Finalmente, dado que algunas microcreencias pueden pasar desapercibidas durante la moderación, es crucial que el equipo de investigación realice un análisis minucioso de las transcripciones y grabaciones. Esto permitirá identificar patrones discursivos, evaluar la prevalencia de ciertos argumentos y determinar si estos se repiten en distintos grupos.

 

2.3. Moderación en tiempos de desinformación: un nuevo rol para el investigador

 

En el contexto actual, el rol del moderador en la investigación cualitativa se ha transformado significativamente. Ya no basta con facilitar la conversación y generar un ambiente de confianza; es necesario adoptar una postura más crítica y analítica frente a los discursos que emergen en los grupos de discusión.

 

El investigador cualitativo debe asumir un nuevo papel: el de analista del ecosistema informativo en el que se mueven los participantes. Esto implica no solo conocer las metodologías tradicionales de moderación, sino también estar familiarizado con los mecanismos de propagación de la desinformación y las estrategias psicológicas que facilitan la adopción de microcreencias.

 

En la siguiente sección, exploraremos cómo, más allá de la moderación en vivo, el análisis posterior de los grupos de discusión puede ayudar a verificar si una microcreencia es un fenómeno aislado o una tendencia que merece una atención más profunda.

 

3. El análisis post-sesión: la clave para resultados confiables

 

Si bien la moderación en vivo es fundamental para gestionar la propagación de microcreencias dentro del grupo de discusión, el verdadero desafío para los investigadores cualitativos radica en el análisis posterior de los datos. Identificar y comprender hasta qué punto una microcreencia ha influido en la conversación, determinar si es un fenómeno aislado o parte de una tendencia más amplia, y evitar que distorsione las conclusiones del estudio es una tarea crucial para garantizar la validez de los hallazgos.

 

En esta sección, exploraremos cómo el análisis cualitativo puede abordar este desafío, utilizando técnicas específicas para verificar la recurrencia de las microcreencias y distinguir entre discursos auténticos y narrativas influenciadas por la desinformación.

 

3.1. Triangulación de datos: ¿es un fenómeno aislado o una tendencia general?

 

Uno de los mayores riesgos en la investigación cualitativa es sobredimensionar la importancia de una creencia expresada en un solo grupo de discusión. Para evitarlo, es fundamental aplicar la triangulación de datos, es decir, contrastar la información recogida en distintos grupos y con diferentes fuentes.

Los investigadores deben preguntarse:

  • ¿La microcreencia detectada aparece en múltiples grupos de discusión o solo en un grupo específico?
  • ¿Se repite de manera espontánea en diferentes contextos o es promovida por un solo perfil de participante?
  • ¿Coincide con tendencias observadas en análisis de redes sociales, medios de comunicación u otros estudios previos?

Si la microcreencia surge repetidamente en distintos grupos y con participantes de diferentes perfiles, podría tratarse de una narrativa más extendida en la sociedad. En cambio, si solo aparece en un contexto puntual, es posible que sea una anomalía influenciada por factores específicos del grupo (por ejemplo, la presencia de un líder de opinión dominante).

 

3.2. Análisis de patrones discursivos: cómo identificar el impacto de una microcreencia

 

Para profundizar en el análisis de las microcreencias dentro de los grupos de discusión, se pueden emplear metodologías de análisis del discurso que permitan identificar patrones de argumentación y evaluar cómo se construye y propaga una creencia dentro del grupo.

Algunas estrategias incluyen:

  • Análisis de cadenas argumentativas: ¿Cómo surge la microcreencia en la conversación? ¿Es introducida de manera espontánea o en respuesta a un estímulo específico? ¿Cómo evoluciona a lo largo de la discusión?
  • Evaluación de términos y expresiones clave: Muchas microcreencias utilizan un lenguaje característico, con frases como “dicen que…”“vi en internet que…” o “todo el mundo lo sabe”. Analizar estas expresiones puede ayudar a detectar narrativas influenciadas por desinformación.
  • Estudio de la dinámica grupal: ¿La microcreencia fue reforzada por la presión social o adoptada por participantes que inicialmente tenían otra postura? ¿Hubo resistencia o se aceptó sin cuestionamiento?

Al realizar este tipo de análisis, los investigadores pueden obtener una imagen más clara de cómo se construyen y validan las creencias dentro del grupo, evitando extraer conclusiones precipitadas basadas en datos contaminados por información no verificada.

 

3.3. Verificación con fuentes externas: asegurando la rigurosidad del análisis

 

Uno de los principales desafíos en la era de la desinformación es diferenciar entre opiniones legítimas y discursos basados en información errónea. Para ello, el análisis cualitativo debe ir más allá de la interpretación subjetiva y contrastar las afirmaciones surgidas en los grupos con datos verificables.

 

Algunas estrategias incluyen:

  • Consultar estudios previos y fuentes oficiales: Si una microcreencia aparece de manera recurrente en los grupos, es fundamental contrastarla con fuentes académicas, reportes de organismos especializados y estudios previos en la materia.
  • Comparar con tendencias digitales: El uso de herramientas de análisis de redes sociales puede ayudar a detectar si la microcreencia es parte de un discurso más amplio que circula en internet.
  • Incluir preguntas de validación en otros estudios: Si se detecta una microcreencia potencialmente relevante, se puede incluir en estudios posteriores para evaluar su grado de aceptación en la población general.

Este proceso de validación permite proteger la integridad de la investigación cualitativa y garantizar que las conclusiones sean representativas de la realidad, y no una mera reproducción de discursos virales sin fundamento.

 

3.4. La importancia de la interpretación crítica en la era de las microcreencias

 

Más allá de la metodología utilizada, la clave para un análisis cualitativo riguroso en tiempos de desinformación es adoptar una postura crítica frente a los datos. Los investigadores deben estar atentos no solo a lo que los participantes dicen, sino también a por qué lo dicen y cómo han construido sus creencias.

 

Este enfoque implica:

  • No asumir que toda creencia expresada representa una verdad objetiva, sino analizar su origen y validez.
  • Entender las emociones y motivaciones detrás de las microcreencias, ya que muchas veces se basan en miedos, desconfianza institucional o sesgos cognitivos.
  • Plantear hipótesis sobre el impacto de estas creencias en la toma de decisiones del consumidor o ciudadano, considerando su posible evolución y consolidación en el imaginario colectivo.

De este modo, la investigación cualitativa no solo se protege de la influencia de la desinformación, sino que también se convierte en una herramienta clave para comprender cómo las personas construyen su visión del mundo en la era digital.

 

En la siguiente sección, reflexionaremos sobre el rol del investigador cualitativo en este nuevo contexto y la importancia de desarrollar metodologías adaptadas a los desafíos actuales.

 

Conclusión: El nuevo desafío de la investigación cualitativa en la era de las microcreencias

 

En un contexto donde la información fluye a una velocidad sin precedentes y la verificación de los hechos se ha convertido en una tarea secundaria para muchos, la investigación cualitativa enfrenta un reto sin precedentes: diferenciar entre percepciones auténticas y creencias construidas sobre la base de la desinformación. La aparición y consolidación de microcreencias en los grupos de discusión no solo afecta la calidad de los hallazgos, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre cómo las personas construyen su pensamiento y toman decisiones en la actualidad.

 

A lo largo de este análisis, hemos identificado cómo las microcreencias emergen, se propagan y pueden llegar a consolidarse dentro de los grupos de discusión, moldeando la conversación de maneras inesperadas. Asimismo, hemos explorado cómo la moderación en vivo debe adaptarse a esta nueva realidad, adoptando estrategias que permitan detectar, cuestionar y manejar estos discursos sin generar resistencia en los participantes. Sin embargo, el verdadero desafío radica en la fase de análisis posterior, donde la triangulación de datos, el estudio de patrones discursivos y la validación con fuentes externas se convierten en herramientas esenciales para garantizar que los resultados sean representativos y confiables.

 

Más allá de la metodología, esta reflexión nos lleva a una cuestión más profunda: ¿hasta qué punto las microcreencias pueden convertirse en argumentos generalizados dentro de una sociedad? Lo que comienza como una idea aparentemente marginal dentro de un grupo de discusión puede, con el tiempo, transformarse en un discurso dominante si encuentra el ecosistema adecuado para propagarse. El rol del investigador cualitativo, en este sentido, trasciende la simple observación y análisis de opiniones: se convierte en un analista crítico del ecosistema informativo en el que operan los participantes.

 

En este escenario, la investigación cualitativa no puede permanecer ajena a la dinámica de la desinformación. Es imperativo que los investigadores desarrollen nuevas competencias que les permitan comprender y desentrañar los mecanismos de construcción de creencias en la era digital, integrando enfoques interdisciplinares que combinen la psicología del consumo, el análisis del discurso y la sociología de la información. Solo así será posible ofrecer hallazgos que no solo reflejen la realidad percibida, sino que también permitan comprender cómo se configura esa percepción en un entorno mediático cada vez más fragmentado y polarizado.

 

Más que nunca, el rigor analítico y la capacidad crítica deben convertirse en los pilares fundamentales de la investigación cualitativa. En un mundo donde la línea entre realidad y ficción informativa se desdibuja con facilidad, el compromiso con la verdad y la precisión en la interpretación de los datos no solo es una responsabilidad metodológica, sino también un imperativo ético.

Un espacio de reflexión conjunta: ¿y si profundizamos juntos en este desafío?

Dada la magnitud del fenómeno y sus implicaciones para la investigación cualitativa, sería valioso abrir un espacio de discusión entre profesionales del sector. ¿Qué herramientas y estrategias estamos usando para detectar y gestionar microcreencias en los grupos de discusión? ¿Cómo podemos fortalecer nuestras metodologías para evitar que la desinformación distorsione nuestros hallazgos?

 

Invito a investigadores cualitativos, analistas y especialistas en comportamiento del consumidor a que nos unamos en un grupo de reflexión o un workshop especializado donde podamos compartir experiencias, explorar casos reales y debatir soluciones concretas para este desafío. La construcción del conocimiento, al igual que la investigación cualitativa misma, es un proceso colectivo y en constante evolución.

 

Si te interesa formar parte de esta conversación, comparte tu experiencia o deja tu comentario o escríbeme. Juntos podemos seguir profundizando en este tema y fortalecer nuestra práctica profesional en un mundo donde la información y la desinformación conviven de manera inseparable.

 

Alejandra Borcel